La propuesta de Música Trobada combina la música, que es el eje central del espectáculo, con los fragmentos literarios de El cortesano, el Libro de motes y damas y otros poemas de Juan Fernández de Heredia (1480-1549) o Joan Timoneda (1518-1583) y tradicionales. Para las fuentes musicales utiliza El maestro, de Lluís del Milà, el cancionero de Uppsala y fragmentos de las ensaladas de Mateu Fletxa (1481-1553), todo combinado en un espectáculo dinámico y sin pausas de una hora de duración.
Música y narración
60 minutos
*Idea original, guion y selección de materiales por Francesc Valldecabres.
PLANTILLA
Soprano
Vihuela
Percusión
Actriz
Más sobre el proyecto
Entrar en el mundo de El cortesano de Lluís del Milà (1500-1561) supone conocer la corte valenciana alrededor del duque de Calabria -Fernando de Aragón (1488-1550)-, y sus esposas Germana de Foix (1488-1536) y Mencía de Mendoza (1508-1554). Una corte festiva, fuera de los muros de la ciudad, en un palacio, el Palau del Real, que ya existía en época musulmana con el nombre de Rahal, situado a la orilla del Túria. Pero adentrarse en esta corte valenciana es, al mismo tiempo, entrar en un océano de posibilidades, de apertura, de eclecticismo. Una corte que recogía todavía la herencia de la corte italiana de Nápoles, en un reino de València marcado por los éxitos artísticos y económicos del siglo XV, con la sombra de los Borja, pero con una nueva realidad tras la unión de Castilla y Aragón. Una corte italiana y francesa, valenciana y castellana, una corte con influencias flamencas, culta y rica, que gozó de la máxima importancia. Una corte que seguía mirando al Mediterráneo, aunque las expediciones de Colón o Magallanes ya dejaban ver que el mundo se abría en sentido contrario.
Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el católico, pudo haber sido la que cambiara toda esta situación si el hijo que ambos tuvieron hubiera sobrevivido para heredar la corona de su padre. Carlos I, que liberó a Fernando de Aragón de su encarcelamiento tras las Germanies, fue su valedor para nombrarlo virrey de València junto a Germana. La biblioteca de palacio, en gran parte heredada de la corte napolitana de Alfonso el Magnánimo, fue uno de sus mayores tesoros, y la capilla de música, para la que podemos situar el Cancionero de Uppsala y las ensaladas de Mateu Fletxa, una vez comprobada su estancia en la catedral de València en dos períodos diferentes, fue una de las expresiones artísticas que más cuidaron los duques.
El cortesano de Milà, basado en la obra del mismo título de Castiglione, parece destacar por su carácter didáctico, como apunta Vicent Josep Escartí. También las otras dos obras del autor, el Libro de motes y damas y, por supuesto, El maestro, su obra musical singular para voz y vihuela, que no se parece a ninguna otra de la época, parecen querer servir para formar el perfecto cortesano, enseñar las costumbres, los juegos y mostrar así una suerte de respuestas, de actitudes, de galanterías y
bondades que todo cortesano debería cultivar. Milà debió ser una figura a caballo entre el músico, el poeta, albiter elegantiarum, el actor e incluso el bufón. Además, sabía dominar el arte de la improvisación galante, sobre todo cuando el tañer y el cantar forman parte de los juegos de sociedad e implican comicidad y una cierta ridiculización.